Un informe interno de Instagram concluía que “El 32% de las usuarias de Instagram no se sienten cómodas con su cuerpo”.

Estos datos no son nuevos. De hecho, hace tiempo que conocemos otros datos que nos muestran las consecuencias de la presión estética sobre las chicas que nos deberían hacer saltar las alarmas:

Un 53% de las chicas de 13 años no les gusta su cuerpo. A los 17 años, esta insatisfacción aumenta hasta un 78% (TCA).

Lo primero que debemos saber es que las niñas no nacen con un cuerpo al que no aman. Nacen en una sociedad que les enseña a odiar su cuerpo antes de aprender a amarlo.

No es que los hombres se libren de la presión estética pero está claro que este problema social impacta muchísimo en la vida de las niñas, desde bien pequeñas. De hecho el mandato de género dirigido a las niñas de “gustar a los demás” ha empezado desde su primera infancia. Desde bien pequeñas han recibido de diferentes entornos el mensaje que su valía depende de su belleza, sin disponer aún de un filtro previo que les ayude a elegir entre los que son sexistas, aceptando y normalizando que es más importante su cuerpo que su cerebro.

Las niñas no nacen con un cuerpo al que no aman. Nacen en una sociedad que les enseña a odiar su cuerpo antes de aprender a amarlo.

Desde bien pequeñas han sido invitadas a compararse con protagonistas femeninas que destacan más por sus cualidades físicas que por sus acciones. Y, a medida que crecen, las referentes que siguen llenando su imaginario también han aprendido a competir y a construir su autoconcepto y autoestima en función de ser las más bellas de sus pequeños reinos: de su escuela, de su instituto…

Cuando llegan a la adolescencia, el mismo “mandato de género” de buscar la aprobación a través de la belleza, sigue presente y se agrava aún más: se trata de conseguir el mayor número de “likes” de un reino que las redes sociales ha desbordado, porque ahora no hay límites. Y, a esta situación le debemos añadir la presión para sentirse parte del grupo. Evidentemente, toda esta presión impacta en su autoestima y su salud ya que su bienestar quedará en manos de estos “clicks”.

No hay duda de que las redes sociales han amplificado lo que ya existía para ellas: conseguir una imagen imposible bajo los parámetros patriarcales (de los hombres heterosexuales) de cómo debe ser una mujer.

Bloqueamos los mensajes que les dicen que su valía depende de su belleza y cambiemos este cuento.