El Principio de Pitufina
En muchas series infantiles se inculcan valores sexistas. donde ELLOS son la norma y ELLAS la excepción o el complemento de ellos.
Sin embargo, existen diferentes fórmulas para identificar este sexismo normalizado.
Una primera fórmula es preguntarnos si la serie en cuestión transmite mensajes distintos y desiguales para niñas y para niños:
¿Quién es protagonista?
¿Quién está en un lugar secundario y complementario?
¿Ellas tienen como función ser el interés sexual o amoroso de los protagonistas masculinos?
¿A ella se la valora en función de su atractivo sexual?
Hemos crecido viendo series con mensajes sexistas.
Muchas familias pueden pensar: ¿Cómo va a generar desigualdad una historia infantil? Pues sí, las películas infantiles, los juguetes o los cuentos, transmiten estereotipos de género y contribuyen a reforzar desigualdades.
Si queremos frenar la cadena de transmisión de desigualdades de género y conseguir a que la infancia crezca con referentes diversos haciendo todo tipo de actividades, sin ninguna limitación por razones de género, es importante saber identificar el sexismo. Y lo podemos hacer a través de una actividad divertida como es el “Principio de Pitufina”.
El concepto procede de un ensayo escrito por Katha Pollitt para el New York Times Magazine en el año 1991 y posteriormente fue abordado por la comunicadora Anita Sarkeesian.
¿Cómo funciona?
Se trata de ver si en una serie o cuento los personajes masculinos son valorados por sus acciones o profesión y si solamente aparece un personaje femenino que es el objeto de deseo o el complemento de los protagonistas masculinos.
Existen muchas series que cumplen con el Principio de Pitfufina como “La patrulla canina”, “Doraemon”, “Pulseres vermelles”, o “Los Avengers”.
Aunque cada vez más encontramos series que rompen con este Principio como “Supe monsters”, “LEGO Elves: Secretos de Elvendale”, “Anfibilandia” o “Carmen Sandiego”.
Pinchazos en discotecas y construcción del terror sexual
Salir sola es peligroso, viajar sola es peligroso, cuidado con los pinchazos en discotecas…
Son mensajes que ya conocemos.
Es el discurso amenazante y de peligro hacia las mujeres que hace años y años que se reproduce y se perpetúa, como un aviso constante que se aprende desde la primera infancia: las niñas hemos recibido mensajes de cómo ocupar el espacio y de cuáles son los límites que debemos adoptar para no ponernos en peligro.
UN APRENDIZAJE DIARIO DE NORMAS
Es un aprendizaje diario de normas que establecen qué actitudes, en qué horarios o en qué zonas debemos movernos. Se trata de mensajes que parecen ir en la línea de que nos protejamos pero realmente su interiorización y normalización limitan nuestra independencia y libertad de movimiento.
Nerea Barjola Ramos, politóloga, activista feminista, investigadora y escritora explica muy bien cómo se construye el mensaje del “terror sexual” en tanto que mecanismo de adoctrinamiento de las mujeres, porque consigue condicionar nuestro día a día, asustarnos y generar pánico. El objetivo es, una vez más, conseguir el control sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas a través de limitar nuestros movimientos cotidianos, construyendo el mensaje de que somos vulnerables a sufrir violencia sexual.
UNA EXPRESIÓN MÁS DE LAS MÚLTIPLES DESIGUALDADES DE GÉNERO
La percepción de inseguridad de las mujeres es una expresión más de las múltiples desigualdades de género que pretende situar a las mujeres en una situación de vulnerabilidad.
No es un miedo infundado, ya que las agresiones y los abusos sexuales siguen ocurriendo. Este entrenamiento en la precaución es un mecanismo de control, un corsé que limita nuestra libre movilidad.
De aquí que se estén haciendo muchos esfuerzos para construir entornos, también de ocio nocturno, seguros y libres de violencia. Porque el objetivo es conseguir el derecho de las mujeres a vivir y disfrutar también de este espacio sin este temor.
Caperucita fue uno de los primeros personajes que advirtió a las niñas que salir sola era peligroso, y más si ibas con una pieza de ropa que simbolizaba el paso a la madurez, a ser mujer.
En esta historia, la protagonista se desvía de lo marcado, quiere descubrir otros caminos. Aunque es su pequeño momento de autonomía en el mundo exterior, en la historia esta exploración es presentada como un riesgo evitable: “no debería entretenerse, no debería vestir de forma llamativa, no debería hablar con extraños, no debería ser ingenua”.
El trágico final de la historia es el castigo social, el castigo a su ingenuidad y al no sometimiento de las normas sociales. Es también la respuesta social a las agresiones que sufren muchas mujeres, basadas en justificar al agresor y en responsabilizar a la mujer de su conducta: por su ropa, por salir de noche, por ir por caminos desconocidos y poco iluminados, por hablar con desconocidos, por haber compartido unas fotografías de carácter sexual, etc. En definitiva, por ser mujer.
Igual que le ocurre a Caperucita Roja, fuera de la protección que ejerce la casa sobre las mujeres, existe un peligro amenazante y todavía hoy resuenan en las mentes de las chicas las palabras de la madre de Caperucita: “¡No vayas por determinados caminos! No son seguros.”
Palabras que también podríamos repetir cuando vemos ésta fotografía de Cindy Sherman: una mujer con una maleta en una curva de una carretera esperando con ilusión que algún coche la recoja para llevarla a la ciudad. No hace falta haber visto muchas películas para intuir el final: en un intento de buscar la libertad, de cumplir sus deseos, algo pasará y no conseguirá llegar a la ciudad.
El mensaje se ha transmitido en muchas historias de personajes femeninos: viajar sola es peligroso y, si se lo hacemos, debemos tener muy claro el camino y no hacer paradas. Porque, como dijo Virginia Woolf, en el caso de las mujeres, “el mundo no solamente ha mostrado indiferencia, sino también hostilidad”.
¿Por qué es necesario celebrar el Día Internacional de la Niña?
En Afganistán, los talibanes ordenaban el regreso de los niños a la escuela pero prohibían el regreso a las niñas y a las maestras. La vulneración de los derechos de las niñas y mujeres en Afganistán está evidenciando la necesidad de seguir dedicando un día a conocer la situación que viven las niñas en cada rincón del mundo por el hecho de ser niñas.
Las niñas, en prácticamente todo el planeta, siguen siendo socializadas en el mandato de ser para otros. Unas veces, este mandato es muy directo y otras veces se hace de forma menos evidente: aunque se haya conseguido la igualdad formal, las desigualdades y violencias se ejercen de forma mucho más sutil y normalizada, cosa que dificulta su identificación.
La vulneración de los derechos de las niñas y mujeres en Afganistán está evidenciando la necesidad de seguir dedicando un día a conocer la situación que viven las niñas en cada rincón del mundo por el hecho de ser niñas.
En el segundo sexo”, Simone de Beauvoir se hacía esta pregunta:
“¿Qué significaba ser mujer?”
La filósofa encontró la respuesta en el concepto de ALTERIDAD. Esta idea explicaba como el hombre definía a la mujer en relación a él. Por lo tanto, ser mujer no significaba ser una persona autónoma, sino LA OTRA. Y, en el imaginario patriarcal, las otras no tenemos un lugar social y, por consiguiente, somos NO LUGARES.
Ser mujer no significaba ser una persona autónoma, sino la otra. Y, en el imaginario patriarcal, las otras no tienen un lugar social y, por consiguiente, son no lugares.
Pero cuando a la situación de ALTERIDAD les sumamos la constante COSIFICACIÓN de las mujeres, la problemática se agrava mucho más.
¿Cuántas veces al día vemos niñas y mujeres reducidas a la categoría de objeto, sin ser tratadas como seres con plenos derechos?
Uno de los espacios dónde tiene lugar esta alteridad y cosificación es, sin duda, los medios de comunicación. ¿Cuál es el mensaje que reciben las niñas en este medio? Que lo más importante es su aspecto y que su valor depende de éste. Y no olvidemos que a los niños y chicos les llega el mismo mensaje de ellas, reforzándose así la jerarquía entre mujeres y hombres. Estos mensajes nos lo dicen la publicidad, el cine, los programas de televisión y los videojuegos. Hagan lo que hagan las chicas, sean cuales sean sus éxitos, su valor sigue dependiendo de su aspecto y se les anima a adaptarse a los ideales de los hombres.
Si miramos el mundo con otros ojos y con más empatía, veremos cómo es de urgente cambiar el cuento.
Sí, no, sí, no...
Llega el verano y, después de meses de hibernación y de confinamiento, las ganas de salir (en la mesura de lo posible y permitido) y de vivir la vida, empiezan a crecer. Disfrutar de la vida y del amor, ¿por qué no?! Total, la vida son cuatro días y tenemos que vivirlos al máximo. Y con esta intensidad también vivimos las relaciones afectivas. Un amor pasional, divertido, aventurero, libre, sin complicaciones ni dependencias. Porqué la vida ya es lo suficientemente complicada como para que también lo sean las relaciones. Y si no me llena, si no cumple las expectativas, ya encontraremos a otro. Buscamos la perfección o aquello que hemos idealizado, y si no es lo esperado, ya encontraremos a otro. Es el consumo de las relaciones con obsolescencia programada en la constante búsqueda de la perfección. Una perfección que hemos visto en muchas películas, cuentos, novelas…
Sabemos mucho antes de estar enamoradas qué es lo que debemos sentir: nerviosismo, ansiedad, mariposas en el estómago,… Pero si nuestros sentimientos no encajan en lo que supuestamente debería ser la emoción de estar enamoradas, si no perdemos la cabeza, decidimos que quizás no nos llena lo suficiente y lo desechamos por otro que probablemente será mejor.
Nos encontramos en una sociedad donde la libertad individual lo imprime todo, también las relaciones. Si nos exige demasiado, no pasa nada, la cambio por otra porque el mercado es muy amplio. Pero el mercado del amor también es desigual, como todo en la vida de las mujeres. La educación sexual de las mujeres ha potenciado las emociones y el romanticismo y ha inhibido el deseo. Pero no solo el deseo sexual, sino también el deseo de explicar con claridad qué deseamos o que queremos. El problema es que hacer valer nuestra opinión, no siempre está bien visto, y tras ella los calificativos aparecen a raudales: exigente, histérica, agobiante (busca el compromiso), solterona, pesada y un largo etcétera.
De hecho, las mujeres hemos aprendido a postularnos, a ser deseables para los hombres y a ocultar aquello que la sociedad –el patriarcado- considera defectos. Y sí, también vivimos encuentros esporádicos, sin compromiso, sin ataduras, pero la diferencia es que quizás estos encuentros para nosotras no siempre acaban como desearíamos. Porque esta libertad individualista donde consumimos lo que queremos, también los cuerpos, no es neutral (el capitalismo nunca es neutral). Hablamos de libertad y autoestima como si ésta fuera independiente de cualquier eje de desigualdad (género, origen, clase social, etc.), sin condicionamientos o límites. Pero como muchas cosas en este mundo, los mensajes que nos llegan están vacíos de contenido y significado, y todo aquello que consigues es porque has luchado por ello y te has hecho a ti misma sin la ayuda de nadie. Debes ser fuerte, independiente, libre, autónoma y con alta autoestima (como mujer empoderada) y no entregarse demasiado, ni ser vulnerable. Pero aquí, ¿Dónde cabe la empatía, los sentimientos, la compasión o al menos, preocuparse por cómo está la otra persona? Y esto no quiere decir seguir los mandatos de género, sino no perder unos valores que deberían ser fundamentales en cualquier tipo de relación afectiva (de pareja –estable o esporádica-, de amistad, familiar…). Pero parece que mostrar cierta preocupación puede ser síntoma de dependencia emocional, de querer algo más en la relación, de estar creando algún vínculo que pueda restringir la libertad.
Las mujeres hemos aprendido a postularnos, a ser deseables para los hombres y a ocultar aquello que la sociedad –el patriarcado- considera defectos.
Pero ¿Cómo podemos gestionar esta diversidad de mensajes las mujeres? Se están reforzando ideas románticas que parecían antiguas, mezcladas con mensajes de una supuesta libertad sexual, más una autocosificación sexual normalizada y justificada (¡Salen en estos vídeos porque quieren! ¡Nadie les obliga a hacerlo!), con un elevado consumo de pornografía basada en la sumisión y la violencia. Y la verdad es que todo este coctel no termina de encajar con la supuesta autonomía y libertad femenina.
Las mujeres hemos sido socializadas como emocionalmente dependientes, aunque ahora mostrar la intención de establecer algún vínculo no es atractivo, porque es sinónimo de compromiso o de mujer “desesperada”. Y al final todo es una locura, porque por mucha libertad que pretendamos tener, la lacra de acabar siendo una mujer soltera o una mujer sin hijos pesa demasiado. Y como bien dice Tamara Tenenbaum, nos persigue el terror a convertirnos en esas mujeres que la sociedad mira como parias, el pánico a ser una mujer sola rodeada de gatos. Y es un terror más que añadimos a la lista de miedos que ya tenemos las mujeres y que hemos interiorizado casi sin cuestionar. Y así, sin darnos cuenta, asumimos nuestro papel como mujeres, pensando que nuestra elección está libre de tenazas sociales y culturales. Queremos ser bellas para nosotras mismas, no porque haya en esta sociedad un culto a la juventud y a la belleza, especialmente enfocado a las mujeres, que, como dice Tenenbaum, nos hace sentir que una vida sexual o sentimental es casi imposible una vez que pasamos cierta “fecha de vencimiento”.
Las mujeres hemos sido socializadas como emocionalmente dependientes, aunque ahora mostrar la intención de establecer algún vínculo no es atractivo, porque es sinónimo de compromiso o de mujer “desesperada”.
Por qué, el hecho de preocuparse por la otra persona, de dar valor a los cuidados, el querer construir una relación (y no solo amorosa) basada en la calidez, en la solidez, ¿es caer en el mito del amor romántico? O ¿es el no querer construir relaciones basadas en la precariedad, en la superficialidad?
Imagen de Sammy-Williams
Cultura de la violación
“No uso condón y engaño a las chicas diciéndoles que soy estéril”.
¿Qué hay detrás de las palabras del tiktoker Naim Darrechi?
La CULTURA DE LA VIOLACIÓN es un concepto que explica cómo en una cultura se normaliza y naturaliza la violación como algo que forma parte de la vida cotidiana, de la sexualidad.
Desde hace unos años, estas ideas se están propagando de forma imparable a través de las redes sociales.
¿Qué hay detrás de la violencia sexual?
Vivimos en una sociedad que todavía hoy es desigual para mujeres y hombres y, por consiguiente, se sigue permitiendo y tolerando la violencia machista. Vivimos un claro ejemplo en una entrevista en directo en la que el tiktoker Naim Darrechi, entre risas y con la complicidad del Youtuber Mostopapi, confesaba que engañaba a las chicas para no utilizar preservativo.
DETRÁS DE las palabras del tiktoker hay la “percepción” de que los hombres tienen derecho a ciertos privilegios sobre las mujeres como presionar o engañar para obtener placer sexual y pensar que no es violencia sexual.
DETRÁS DE esta “percepción” de privilegio sobre los cuerpos y la sexualidad de las chicas hay el aprendizaje de un tipo de sexualidad masculina de los hombres cisheterosexuales relacionada con el poder y con tener el derecho a controlar la sexualidad femenina. Además, hay una reiterada cosificación de las chicas, que son percibidas como objetos junto a ideas de superioridad de los chicos sobre las chicas.
El caso del Tiktoker es una muestra de cómo se producen la mayoría de violencias sexuales.
El 85% de éstas se producen en entornos supuestamente seguros, donde no se utiliza ni el consentimiento ni el deseo como requisito básico.
Es URGENTE el trabajo con CHICOS con la finalidad de empoderarles a establecer relaciones igualitarias y no violentas. Es necesario trabajar con los chicos para que hablen y puedan tomar conciencia que la sexualización de las chicas, las bromas sobre las violaciones y la violencia sexual no son inocuas y no deben ser toleradas. En realidad, muchos chicos no aprueban la violencia, pero piensan que los demás sí lo hacen y por este motivo callan.
Es URGENTE que hablen, que digan que están en contra de la violencia y que actúen ante situaciones como éstas.
Mirada de género y no capacitista en el Día de la Salud Mental
¿Por qué necesitamos una mirada de género y no capacitista en el Día Internacional de la Salud Mental?
La perspectiva de género nos permite tener en cuenta cómo una problemática afecta de forma diferente a mujeres y a hombres por su desigual socialización. Y la perspectiva no capacitista nos permite reconocer que vivimos en una sociedad que considera que hay personas que poseen capacidades más valiosas que otras y, por consiguiente, invisibiliza e infantiliza a las personas que no poseen estas capacidades.
Cuando hablemos de salud mental, si no incorporamos estas dos perspectivas, estamos permitiendo que no se miren y se vulneren derechos humanos básicos de una gran parte de la sociedad.
Por lo tanto, tenemos muchos motivos por los que ampliar nuestra mirada, para tener en cuenta diferentes situaciones que nos pueden situar en diferentes posiciones de vulnerabilidad:
– Porque las mujeres con discapacidad sufren una doble discriminación: por ser mujeres y por tener un trastorno mental.
– Porque el rol de cuidadoras asignado socialmente a las mujeres hace que dediquen el doble de tiempo a tareas de cuidados, generando un claro efecto en su salud mental. Según la Federación Catalana de Salut Mental, el perfil de la persona que cuida de un familiar con problemas de salud mental es una mujer de 64 años que ha dedicado más de 20 años de su vida a cuidar de los demás.
– Porque el riesgo de sufrir violencia machista se multiplica entre las mujeres con discapacidad entre 2 y 4 veces respeto a las mujeres sin ningún diagnóstico de discapacidad, según datos del SME. El 80% de las mujeres con trastornos mentales que vive en pareja ha sufrido algún tipo de violencia por parte de esta pareja.
– Porque más del 26% de las adolescentes con discapacidad ha sufrido violencia sexual, aunque a veces no lo sepan identificar y, por lo tanto, no lo denuncian o, si lo hacen, no se les de credibilidad a causa de su condición o trastorno mental.
– Porque debemos escuchar la voz de las mujeres con problemas de salud mental para que puedan acceder a los derechos, autonomía en todos los ámbitos y tener una vida digna.
– Porque es necesario la construcción de un mercado laboral que tenga en cuenta la necesidades de conciliación para preservar la salud mental de la ciudadanía, sobretodo de las mujeres sobre las que recaen mayoritariamente las tareas domésticas y de cuidados.
Buscando "likes"
Un informe interno de Instagram concluía que “El 32% de las usuarias de Instagram no se sienten cómodas con su cuerpo”.
Estos datos no son nuevos. De hecho, hace tiempo que conocemos otros datos que nos muestran las consecuencias de la presión estética sobre las chicas que nos deberían hacer saltar las alarmas:
Un 53% de las chicas de 13 años no les gusta su cuerpo. A los 17 años, esta insatisfacción aumenta hasta un 78% (TCA).
Lo primero que debemos saber es que las niñas no nacen con un cuerpo al que no aman. Nacen en una sociedad que les enseña a odiar su cuerpo antes de aprender a amarlo.
No es que los hombres se libren de la presión estética pero está claro que este problema social impacta muchísimo en la vida de las niñas, desde bien pequeñas. De hecho el mandato de género dirigido a las niñas de “gustar a los demás” ha empezado desde su primera infancia. Desde bien pequeñas han recibido de diferentes entornos el mensaje que su valía depende de su belleza, sin disponer aún de un filtro previo que les ayude a elegir entre los que son sexistas, aceptando y normalizando que es más importante su cuerpo que su cerebro.
Las niñas no nacen con un cuerpo al que no aman. Nacen en una sociedad que les enseña a odiar su cuerpo antes de aprender a amarlo.
Desde bien pequeñas han sido invitadas a compararse con protagonistas femeninas que destacan más por sus cualidades físicas que por sus acciones. Y, a medida que crecen, las referentes que siguen llenando su imaginario también han aprendido a competir y a construir su autoconcepto y autoestima en función de ser las más bellas de sus pequeños reinos: de su escuela, de su instituto…
Cuando llegan a la adolescencia, el mismo “mandato de género” de buscar la aprobación a través de la belleza, sigue presente y se agrava aún más: se trata de conseguir el mayor número de “likes” de un reino que las redes sociales ha desbordado, porque ahora no hay límites. Y, a esta situación le debemos añadir la presión para sentirse parte del grupo. Evidentemente, toda esta presión impacta en su autoestima y su salud ya que su bienestar quedará en manos de estos “clicks”.
No hay duda de que las redes sociales han amplificado lo que ya existía para ellas: conseguir una imagen imposible bajo los parámetros patriarcales (de los hombres heterosexuales) de cómo debe ser una mujer.
Bloqueamos los mensajes que les dicen que su valía depende de su belleza y cambiemos este cuento.
La violencia machista: un problema de hombres que sufren las mujeres
La violencia machista siempre ha sido un problema de hombres que sufren las mujeres o, como decía Simone de Beauvoir:
“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”
Y el problema de los hombres tiene su origen en el modelo de masculinidad en el que se les socializa. Los niños y hombres son testigos y receptores de violencia a la vez, víctimas de este modelo masculino con enormes exigencias emocionales.
¿En cuántos cuentos los personajes masculinos ejercen violencia sobre las mujeres?
BARBA AZUL
Cosificación y asesinato de sus esposas jóvenes
LOBO DE CAPERUCITA ROJA
Violencia física y sexual
GATO DE RATITA PRESUMIDA
Asesinato de su esposa
REY SHARIAR DE LAS MIL Y UNA NOCHES
Asesinato de sus esposas jóvenes
Respiramos la cultura patriarcal y en contadas ocasiones la sociedad ofrece alternativas a este modelo, es decir, nuevos referentes masculinos. En consecuencia, faltan herramientas para avanzar hacia una cultura más igualitaria que cuestione la transmisión de valores y creencias sexistas que promueve la cultura de la violencia.
Por este motivo, es absolutamente necesaria una revisión crítica del modelo dominante de masculinidad y de las consecuencias negativas que para ellos implica:
“Ellos no fabricaron de la nada esa armadura cuando tenían cinco o siete o doce o incluso dieciséis años e intentaban fervientemente que les encajara. Actúan de una cierta manera no solo para obtener recompensas, sino por un verdadero miedo e inseguridad”. (Michael Kaufman)
Es fundamental dejar de reforzar el modelo masculino hegemónico, como pueden ser algunos cuentos o juguetes infantiles. O, en todo caso, es necesario trabajar y fomentar el leer estas historias con una mirada más crítica y transformadora, que ayude a dar la vuelta a situaciones discriminatorias y a personajes estereotipados para crear nuevos referentes y modelos de masculinidad positivos.
La masculinidad se aprende, y la actitud de estos personaje es un aprendizaje más.
“Ellos no fabricaron de la nada esa armadura cuando tenían cinco o siete o doce o incluso dieciséis años e intentaban fervientemente que les encajara. Actúan de una cierta manera no solo para obtener recompensas, sino por un verdadero miedo e inseguridad”. (Michael Kaufman)
La masculinidad se aprende, y la actitud de estos personaje es un aprendizaje más.
El grado de identificación con el modelo masculino hegemónico es tan elevado y aparece de forma tan inconsciente que la percepción de qué es violencia de género y qué no lo es queda desvirtuado.
La violencia está en todas partes, llena de estímulos y de actos violentos, como puede ser una pelea a la hora del recreo, excusándola porque es “cosa de chicos”: el dominio y el control del patio, una agresión verbal en el aula, un videojuego por la tarde o una película por la noche.
La naturalización de la desigualdad y el desequilibrio allana el camino a la violencia, pero, a la vez, la amenaza de la violencia mantiene esta desigualdad.
La naturalización de la desigualdad y el desequilibrio allana el camino a la violencia, pero, a la vez, la amenaza de la violencia mantiene esta desigualdad.
Barba Azul es uno de los protagonistas del nuevo vídeo de Cambia el cuento.
¿Conocéis su historia?
Cuenta la historia de un hombre varias veces casado y viudo, cuando su mujer descubre que oculta en una habitación prohibida los cadáveres de sus anteriores esposas.
Erase una vez un hombre que tenía hermosas casas en la ciudad y en el campo, vajilla de oro y plata, muebles tapizado de brocado y carrozas completamente doradas, pero, por desgracia, aquel hombre tenía la Barba azul: aquello le hacía tan feo y tan terrible, que no había mujer ni joven que no huyera de él.
Una de sus vecinas tenía dos hijas sumamente hermosas. Él le pidió una en matrimonio, y dejó a su elección que le diera la que quisiera. Ninguna de las dos quería (…) pues no se sentían capaces de tomar un hombre que tuviera la barba azul. Lo que tampoco les gustaba era que se había casado ya con varias mujeres y no se sabía qué había sido de ellas.
(…) la menor empezó a parecerle que el dueño de la casa ya no tenía la barba tan azul y que era un hombre muy cortés y bencriado. De vuelta a la ciudad, se concluyó la boda.
Al cabo de un mes Barba azul dijo a su mujer que se veía obligado a emprender un viaje (….) por un asunto de mucha importancia.
-Esta es la llave maestra de todos los apartamentos. Abrid todo, andad por donde queráis, pero os prohíbo entrar en ese pequeño gabinete, y os lo prohíbo de tal suerte que, si llegáis a abrirlo, no habrá nada que no podáis esperar de mi cólera.
(…)
Al llegar a la puerta del gabinete, se detuvo un rato, pensando en la prohibición que su marido le había hecho, y considerando que podría sucederle alguna desgracia por ser desobediente, pero la tentación era tan fuerte, que no pudo resistirla: cogió la llavecita y abrió temblando la puerta del gabinete.
Al principio no vio nada, porque las ventanas estaban cerradas; después de algunos momentos empezó a ver que el suelo estaba completamente cubierto de sangre coagulada, y que en la sangre se reflejaban los cuerpos de varias mujeres muertas y sujetas a lo largo de las paredes (eran todas las mujeres con las que Barba azul se había casado y que había degollado una tras otra).
La cosificación de las mujeres, una violencia muy normalizada y peligrosa
Hoy hemos estado en un centro de educación secundaria y hemos analizado diferentes vídeos musicales de Youtube que han propuesto preadolescentes de 12 y 13 años. Se trata de música que conocen bien y les propongo que se fijen en cómo son ellas y ellos físicamente, de carácter, cómo visten, qué actitudes tienen y, sobre todo, cómo se relacionan, si desde un plano de igualdad o de dominación/subordinación.
Hemos analizado los modelos de masculinidad y de feminidad que proponen estos vídeos, hemos comentado si les gustan este tipo de hombres y de mujeres, si les gustaría parecerse o tener amistad con ellas y ellos. Han reconocido que ellos son los protagonistas y ellas están alrededor de ellos y son tratadas como objetos, totalmente cosificadas. Y entonces, les he preguntado:
¿Pensáis que hay violencia en estos vídeos?
Su respuesta ha sido un no rotundo y las frases que más repiten, sobre todo los chicos, han sido que ellas son tratadas así por qué se dejan y cobran por hacer este vídeo. Algunos han dicho que ellas son unas interesadas porque hacen esto por dinero. Hemos seguido compartiendo opiniones y han constatado de que nadie las obliga, ni nadie les apunta con una pistola para aparecer en estos vídeos.
Y aquí radica el peligro de este tipo de violencia que nos pasa totalmente desapercibida –a jóvenes y a gente adulta- porque la dominación que los hombres ejercen sobre las mujeres es asumida como algo natural. La dominación masculina se ejerce sobre los cuerpos de las mujeres, sin violencia física, como por arte de magia. Es una violencia tan interiorizada y normalizada hasta el punto de que ellas aprenden, desde pequeñas y jóvenes, a autocosificarse , pensando que la belleza es el pasaporte del éxito de cualquier mujer. Finalmente les he remarcado que es muy importante analizar que el fin de que ellas aparezcan en este vídeo que no es otro que complacer sexualmente a los hombres.
Y aquí radica el peligro de este tipo de violencia que nos pasa totalmente desapercibida –a jóvenes y a gente adulta- porque la dominación que los hombres ejercen sobre las mujeres es asumida como algo natural
Si no paramos en algún momento para analizar cómo se exponen a las mujeres, no podremos hablar de las consecuencias que puede tener el hecho de exponer los cuerpos de las mujeres como si fueran trozos de carne resaltando solamente las partes sexuales. Vídeos, películas, videojuegos que relegan a las mujeres a la categoría de cuerpos y objetos para el disfrute y a disposición de los deseos masculinos. Les `pregunté si, en vez de mujeres se expusieran hombres no blancos, ¿qué ocurriría? Y me contestaron que sería racismo y, por lo tanto, no se debería permitir. Por un lado, me alegró ver que saben identificar la violencia racista pero, en cambio, esta intolerancia no se produce cuando hablamos de machismo y de violencia contra las mujeres porque es una de las violencias más normalizadas y toleradas culturalmente.
Y esta tolerancia ocurre porque el bombardeo de mensajes sobre la importancia de que las mujeres resulten sexualmente atractivas está por todas partes y esto hace que normalicemos la VIOLENCIA SIMBÓLICA de la que nos habló Pierre Bourdieu.
De hecho es durante la adolescencia que se interioriza un listado de comportamientos generalizados y permitidos socialmente de cómo los chicos deberían relacionarse con ellas:
- los chicos desean y las mujeres son deseadas;
- es de hombres “piropear” a las mujeres desconocidas por la calle;
- es normal valorar a las mujeres por su atractivo físico, es decir cosificarlas.
Los medios de comunicación cada vez tienen más poder para dar forma a las ideas, a las emociones y a los discursos. Pero, ¿os habéis parado a reflexionar sobre el tipo de mensajes que reciben las chicas y el tipo de mensajes que reciben los chicos?
Después de un análisis profundo, podemos decir que existe un importante bombardeo de mensajes que van en esta dirección:
A ELLAS se les sigue diciendo que la belleza es lo más importante.
A ELLOS se les dice que tienen el poder para acceder a los cuerpos de ellas.ELLAS pueden acabar creyendo que su valor está en su cuerpo.
ELLOS pueden acabar creyendo también que el valor de una chica está en su aspecto físico y, en consecuencia, esperan que los cuerpos de las chicas sean como los que aparecen en los vídeos de cantantes machistas y misóginos.
¿Qué podemos hacer?
Os proponemos analizar este tipo de mensajes con criaturas y adolescentes con una mirada crítica, pasándolos por un filtro crítico que les permita identificar el machismo. Escucharles y hablarles de valorar a las personas y, en especial, a las mujeres como lo que son:
Las mujeres son seres con derechos y no objetos a disposición de los chicos héteros.
Y también es sumamente importante introducir nuevos valores diferentes a la imagen física. Lo importante es que vean que cada persona es única y que la belleza no solamente tiene que ver con el aspecto físico, también tiene una clara relación con la inteligencia, el carácter, la conducta y la personalidad de cada persona.
COSIFICAR O SEXUALIZAR
Significa atribuir más valora a la persona sexualmente deseable o atractiva. Esto significa que no valoramos a aquella persona por sus cualidades personales o profesionales, sino únicamente por su cuerpo. Cuando cosificamos a una persona, la estamos tratando como si fuera una cosa, le estamos quitando aquello que la hace persona.
En la publicidad hemos visto a las mujeres expuestas como un mero objeto que debe ser expuesto al lado de herramientas, bebidas alcohólicas, automóviles… es decir, productos que se quieren vender generalmente a los hombres. Os invitamos a hacer una búsqueda por las redes sociales, la publicidad, las películas o vídeos musicales y analizar de qué manera aparecen mujeres cosificadas y analizar las consecuencias que puede tener a la hora de tratarnos.